viernes, 26 de octubre de 2012

Bailando Tango


Se dice que bailar Tango es "caminar con firulete". Esta definición ilustra el espíritu del baile sin demasiada teoría, pero como en cada compás siempre se mueve un pie, o sea,  si en un compás se desplaza un pie, en el siguiente deberá desplazarse el otro,  se asemeja a caminar. El tango posee amplias posibilidades coreográficas, constituyendo un espectáculo de singular belleza visual.


 Es importante diferenciar el baile coreográfico del improvisado. En el primero, prima la habilidad de los bailarines, generalmente profesionales, que danzan en la búsqueda de un espectáculo. El baile "amateur", donde las figuras no obedecen al armónico resultado de ensayos previos sino que tienen a la improvisación como protagonista, busca lucimientos personales en pos del real espíritu del tango: la seducción. El "firulete", que en este caso se refiere a los pasos que la pareja realiza como muestra de destreza para adornar el baile y seducir, es el detalle que transforma el tango en un vistoso espectáculo.


El  tango no es un baile que pueda realizarse de forma individual, tiene a la pareja como unidad básica e indivisible. La mujer seduce y el hombre conduce. Es el hombre el que cobija a la mujer y la sostiene, la dama se desenvuelve en todo el baile bajo el amparo del mismo, rompiendo el equilibrio para recostarse sobre su pecho. La actitud de entrega de la mujer la deja en una posición de dependencia y el que manda es el hombre: él decide cuándo, dónde y con qué velocidad se generan los movimientos. La tarea de la mujer no es, sin embargo, menos importante: ella debe acompañar la propuesta e interpretar a su compañero en un juego de seducción donde la fragilidad y delicadeza de su desempeño tienen un papel preponderante. Esta relación es la base del tango. 

Así lo muestra la fundación:




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